Sábado en los Madriles.

Me ha recibido Madrid con lluvia a mi tempranera llegada, y no saben cuanto agradezco que las temperaturas hayan bajado. En la sierra el tiempo también ha estado gris una buena parte de los días.

Días agradables los que he pasado. Bastante al margen de casi todo, aunque he leído algún correo y alguna que otra cosa de vez en cuando. Pero iba a escribir y lo he hecho, que era de lo que se trataba. Vengo contenta por tanto.

Y con algún propósito, sobre todo de relativizar cosas y temas que, al fin y al cabo no son salvo intrascendencias. Y de escribir aquí también en Madrid, porque el chico de la chaqueta roja anda revoloteando aún aquí.

Sobre actualidad voy a decir poquito; pasó lo previsible y se indignaron los previstos. Añadir que el “heroísmo” de Llamazares a muchos nos hubiera gustado que se diera en Extremadura, sin ánimo de señalar. Y con toda la inocencia del mundo quisiera añadir que no entiendo porqué le jode tanto a la gente que se ponga una ley para que haya una tasa de gasto. No me lo expliquen los técnicos por favor, que no me interesa, lo que quiero decir es, si estamos hasta el cuello en las administraciones de deber dinero a espuertas y luego lo pagamos los curritos, ¿porqué hacer una ley para que eso no pase jode tanto?…

Con sinceridad, les confieso que a mí me parece que da lo mismo porque unos y otros encontrarán la forma de seguir gastando lo que no es suyo. Mucha gente ha pedido referéndum para esto; bueno, ya sabían que iba a ser que no, aquí no se hace referéndum salvo para elegir la miss del verano.

Dicho esto, también confieso que esta bicracia, que no democracia, no me interesa nada. Porque el problema no es la representación parlamentaria; el nudo son los que tienen el poder económico en Europa y Estados Unidos, o sea, los bancos. Y como son intocables el resto es una farsa muy bien compuesta.

Pues eso, que he vuelto, que allá se las compongan y que afortunadamente llueve.