Un vecino más. José Luís Sampedro.

Como vivía en Cea Bermúdez, y yo en Arguelles, le veía por el barrio como un vecino más. Hasta el 2006 que me mudé de barrio.

Él no me recordaba a mí, naturalmente, aunque nos habíamos visto hacía la tira de años en casa de un conocido común, en el pueblo  donde están muchas de mis raíces. Yo no tendría más de doce. Era verano, y simplemente me acercó una toalla para que me secara.

Ese “vecino más” tenía costumbres extrañas que me lo acercaron con el tiempo; por ejemplo, escribía y yo admiraba a los escritores, iba a la Librería Rafael Alberti y cuando yo entraba no ponía cara rara de “ me estás molestando la charla”, ni se callaba lo que estuviera diciendo, ni me excluía por así decir de la posible conversación. Y para colmo, si coincidíamos en Yago, o en el Café Universitario, cuando yo pretendía pagar el camarero me decía que aquel señor me había pagado el café.

Con muy pocos años, muy poco dinero, muchísima vergüenza y mucho corte en una de aquellas Ferias del Libro que eran de verdad Ferias del Libro, me llevé La Vieja Sirena, para que me la firmara. Me miró con una cierta chunga, todo hay que decirlo: “y ¿has tenido que venirte hasta aquí para que te firme?…pues vaya una lata, hija.”

Lo he visto luego en muchas ocasiones, en actos a los que él iba, bien a presentar a alguien, bien a escuchar a otros; me he reído con su buen humor, con su ironía, con su sorna inteligente y limpia.

Con los años fui yo la que empezó a desaparecer de los mismos lugares; la vida te lleva por caminos diversos y el cambiar de barrio hizo mucho más difícil ver a este vecino.

Vecino al que fui leyendo, La Vieja Sirena, Real Sitio, El río que nos lleva. Fundamentalmente.

Me gusta de este vecino su elegancia, su sobriedad al narrar, su barroquismo descriptivo, en el que cada frase es una elaboración de un mundo personal, su radicalismo personal al elegir la tersura, la ausencia de adorno inútil, la rectitud ética al contar. Creo que se entiende lo que quiero decir; hay escritores que, para contar nos usan, apelan a manipulaciones narrativas, o directamente escupen contenidos, nos toman por adoctrinables. Este vecino, no. Narraba para comunicar mundos que podían sernos cercanos, accesibles, duros quizá, pero radicalmente nuestros, y lo hacía con algo que hoy es un lujo encontrar: el respeto a sus lectores.

No voy a hablar aquí de la rectitud ética de mi vecino; de su compromiso con la libertad; tanto de pensamiento como de expresión, porque es de sobra conocida. Pero sí quiero decir que esa rectitud no es de hoy, no es de un movimiento coyuntural, es de siempre, ya transcurre cuando nos describe el Tajo, cuando nos narra los paisajes desolados de sus novelas, cuando recrea historias contando lo que pudo haber sido. Le viene de lejos.

Como su sorna, su sonrisa etrusca y su manera elegante de pagar el café a una cría de diecisiete años.

 

 

Acerca de alenar

Alena Collar. Periodista. Escritora. Madrileña.
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2 respuestas a Un vecino más. José Luís Sampedro.

  1. Elisa dijo:

    Una joyita!!!
    Gracias…

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  2. catherine dijo:

    La Sonrisa etrusca la leí , en francés, hace poco , rescatada del cajón de espera después de ver a J.L Sampedro en varios vídeos. Gracias Alena por re-crear la magia de esta lectura, esta escucha, la magia de tu vecino.

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