Me lo he pasado muy bien en el diálogo que ha habido hoy en la Alberti entre Silvia Nanclares, Inmaculada De la Fuente y Nuria Capdevila-Argüelles bajo el título general de “Maternidades literarias. De Elena Fortún y Carmen Laforet a las escritoras del siglo XXI”. Las tres son autoras de libros o compiladoras de ellos. La primera acaba de publicar Quién quiere ser madre, en Alfaguara, Inmaculada de la Fuente tiene ahora la reedición de su “Mujeres de la posguerra” y Silvia acaba de editar la novela de Elena Fortún “Oculto sendero” en Renacimiento, aparte de ser una especialista en Elena Fortún y en literatura feminista.
Me quedan obras de ellas por citar; las buscáis, que merece la pena
El caso es que el coloquio ha sido cuando menos curioso. Se ha charlado sobre escritoras como Carmen Laforet, Elena Fortún o Ana María Matute entre otras que, además de escritoras tuvieron hijos, de cómo afrontaron esa dualidad, de si era una dualidad, de los problemas que les conllevó o de lo que no vieron como problema. De si era una elección consciente el hecho de afrontar maternidad “y” literatura o de si no lo era. Silvia acaba de publicar un libro que me he traído explicando el caso contrario: el de quien quiere serlo de modo consciente. Me ha parecido curioso y le he preguntado sobre ello, porque creo que ese caso precisamente el de quien acepta y desea su maternidad y además escribe, no es hoy el mayoritario; es decir, durante años se ha “luchado” por así decir por elegir lo que se hace con nuestro propio cuerpo pero en el término contrario; en el de no tener hijos. Silvia expone el lado inverso del asunto y me interesa.
En todo caso me ha enriquecido escucharlas. Ver cómo desde la propia literatura enfrentan la cuestión.
Me ha gustado encontrarme con amigas allí, como Marga Clark a quien hacía siglos que no veía, y conocer a Cristina Cerezales y atreverme a decirle lo mucho que me ha conmovido su libro “música blanca”, y me ha gustado su sonrisa. Y no le voy a perdonar jamás de los jamases a Inmaculada que se empeñe en que pregunte y que se chive. Que yo levanté la mano pero la bajé rapidito…
Una tarde muy interesante en una librería que, como viene siendo habitual, se llenó.