Laietana. Poemas que olvidé escribir de Joven. Poemario de Alma Pagés.

Es difícil hablar de un libro cuando conmueve. Y más si la persona que lo ha escrito es amiga. Hay que separar ese con-moverse con las palabras escritas y deslindar qué es amistad y qué es capacidad literaria.

Una lee muchísimo, decía el otro día y es cierto, que aproximadamente unos diez libros al mes. Multipliquen al año. Leo bueno, muy bueno, regular y malo o desastre; es normal porque son lecturas muy diferentes; me pueden decir que cuales son los criterios que sigo para decir que un libro tiene calidad, y entonces marearemos perdices de que todo es opinable, y no.

No, miren ustedes, todo no es opinable cuando no se tienen parámetros literarios básicos de comparación, de calado, de gusto artístico y de conocimiento además de lo que se comenta; el lector común dirá que le ha encantado Ken Follet, pero eso no quiere decir que Ken Follet sea escritor, y tampoco quiere decir que esa opinión del lector común pueda tomarse en cuenta salvo como estadística de a cuántos lectores les gustan las manipulaciones editoriales  sin importarles un bledo la literatura del escrito.

Ni les quiero contar cuando hablamos de poesía.

Inmediatamente pienso en cientos de “poetas” con los suspiros bajo el brazo.

Y los aplausómetros de la cla.

Pero decía que es difícil escribir de un libro cuando conmueve, y más si es de una amiga.

Laietana. Poemas que olvidé escribir de joven, es un poemario que acaba de publicar Alma Pagés, y a mí me con-mueve nada peyorativamente y me explicaré.

Alma Pagés no escribe para con-mover a nadie, ni para contar una historia, ni para expresar algo.

Escribe PORQUE tiene algo que decir. Porque;  no “para”.

Y en ese porque de una historia que contar, que contar-nos, se narra sin querer narrarse. Sin el propósito de hacerlo.

A eso se le llama poesía.

Porque sus poemas trascienden la anécdota personal, la historia mínima de un ser humano particular, y podrían ser de todos nosotros.

Eso es escribir literatura.

Y la literatura, la escriba quien la escriba, y aunque sea una amiga quien la hace, a mí me conmueve.

Críticos pedantes dirían que sus poemas son minimalistas, refiriéndose a la economía de la expresión, y sería cierto a pesar de la pedantería siempre que se añadiera que es esa economía expresiva la que dota de sugerencia al poema; demostrando de paso que para escribir poesía no es necesario extenderse, sino saberse expresar.

Y Alma Pagés sabe expresar ternura, sí, pero sobre todo soledad y desamparo; esto principalmente en el primer poemario; pero también ironía y desapego, en el segundo, esperanza escéptica en ambos, y en los dos una radical certeza de saber que quien busca, encuentra.

Ese Norte que a veces se aleja tanto…

 

Si pueden, lean este poemario; con él hallarán justeza en la expresión, claridad en la forma y sobre todo un trascender del mundo personal al de todos nosotros que es donde radica la Literatura.