Alex Chico. «Los cuerpos partidos». Una historia de pertenencia y memoria.

Ayer noche terminé de leer Los cuerpos partidos” de Alex Chico, editado por Editorial Candaya. Y esto no es una reseña al uso.

No lo es porque escribo aún conmovida por el libro, por su belleza poética, por su sobriedad también, por cómo cuenta algo que yo llamaría la imposibilidad de estar, de pertenencia, de ser de un lugar, por cómo narra que la emigración es un partirse en dos y no estar en ninguna parte, no reconocerse.

Alex Chico parte de un hecho biográfico que da forma al libro: su abuelo emigró y recorrió distintos lugares, hasta que volvió a morir a su tierra. Pero Alex Chico no conoció a su abuelo y todo lo que tiene son referencias externas. Ese es el desencadenante para hacer un recorrido extraordinario sobre la desazón. Sobre cómo los seres anónimos, esos que no salen en prensa, pero son nuestra historia y muchas veces con sus humildes trabajos, la hacen, los seres anónimos que emigran, la única tierra que habitan es el no lugar. El desarraigo, la frontera confusa entre lo que viven y lo que vivieron, la espera detenida y demorada del regreso que, si se cumple se vuelve otro nuevo desarraigo porque la tierra cambió, pero ellos permanecieron en la fecha de partida. Anclados en un tiempo muerto. En un andén de una estación en la que el tren nunca se detiene.

Hay un lenguaje en este libro que continuamente transita entre el desamparo y el intentar entender, el intentar atrapar un tiempo que ya no es nuestro. continuas referencias a lo que pudo haber sido, lagunas que se intentan rellenar, dudas sobre si las cosas pudieron o no ser así.

Pero sobre todo hay una renuncia implícita, o mejor dicho una asunción resignada de que los ausentes seguirán en una ausencia presente: como fantasmas escurridizos, como anacronías temporales. Y que, ellos mismos sin saberlo, pertenecieron a esa anacronía.

Este libro parte. Nos escinde. Nos invoca a una labor restitutiva: todos los anónimos” extranjeros” que simbolizan a su abuelo, son cuerpos partidos entre la memoria que rescata del olvido y la melancolía de quien sabe que el olvido oculta las lagunas: esas que no pueden reunir en uno a un ser escindido en dos.

Y además este libro se pregunta también sobre nuestro propio “estar” y “pertenecer”. Aun cuando no emigremos de una ciudad a otra, sí emigramos de lugares, de casas, de barrios, de ambientes: Alex Chico recorre con una especial delicadeza todos esos lugares donde “fuimos” alguna vez: nos pone delante la escisión que supone abandonar un “territorio”. Nos delimita nuestra propia condición de seres partidos en las sucesivas emigraciones que a lo largo de la vida hemos hecho. ¿Quién no ha cambiado de barrio, de casa?, por ejemplo. ¿Cómo se recupera -se me ocurría al leerle- una ventana, un mirador, que un día fue “nuestro” en el que mirábamos atardecer y hoy sabemos de otros? Ésa nostalgia que a veces también nos escinde entre lo que fuimos y lo que somos, esas diferentes maneras de rescatar del olvido la memoria que todos tenemos, para completarnos.

Me ha emocionado este libro. Me ha conmovido, me ha sobrecogido. Posee una limpieza de mirada, una profundidad de pensamiento, una lucidez en el decir que, lo hace para mí Perdurable.

Perdurable porque este libro es la Memoria. La memoria reunida, aunque sea a fragmentos, aunque sea con lagunas, de unas vidas que nunca pudieron completarse con la asunción de quién eran. Creo que acerca de la emigración es el mejor libro que he leído en veinte años. Y creo que también nos atañe en lo personal: en nuestra propia manera de pertenencia o no pertenencia al lugar que ocupamos.

Y creo que en mí aún permanece el regusto melancólico de una tristeza que quizás ni siquiera sabían los protagonistas de la novela.  En la figura de su abuelo, Alex Chico reúne la memoria colectiva de tantos emigrantes: solo por eso, para darles voz, habría que leer este magnífico libro.

Acerca de alenar

Alena Collar. Periodista. Escritora. Madrileña.
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