Eloy Sánchez Guallart: Un renovador de la lírica.

Me gusta cuando me gusta un libro. Me gusta poder entusiasmarme y decirle al lector/a que se entusiasme conmigo. Me siento estafada y siento que estafan al posible lector/a cuando sucede lo contrario; cuando siento que me toman el pelo o me quieren dar achicoria por café.

 

Eloy Sánchez Guallart ha publicado un excelente libro de poemas. Un libro  de Poesía. De altísima poesía. De raigambre varada en Jorge Guillén y Pablo Neruda en el sentido temático y semántico de su lenguaje.

Un libro armónico en temas; el Tiempo y su transcurso, a pesar de los tres bloques que lo integran. Y lo hace con un lenguaje excepcional, con una armonía musical que no necesita más que irse silabeando, con un ritmo interior modélico, y con hallazgos expresivos de altísima escuela.

Y dice, expresa, se vierte al lector, lo lleva y lo trae, lo seduce con una sintaxis de lujo y con una apuesta arriesgadísima por la verbalización del mundo en metáforas, símbolos, juegos de palabras, metonimias, que dejan al lector-en este caso, yo- en una especie de entusiasmo lírico lúdico festivo, que no sé expresar más que diciéndoles a ustedes que es imprescindible que lean este libro: Manifiesto Asténico, en Ediciones Unaria.

Me da la sensación de que ni la propia editorial sabe ante quién está, líricamente hablando. A mi modesto criterio, Guallart es un Renovador absoluto de la lírica española actual. Y merecería una pormenorizada difusión.

 

Acerca de alenar

Alena Collar. Periodista. Escritora. Madrileña.
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Una respuesta a Eloy Sánchez Guallart: Un renovador de la lírica.

  1. Tuve el inmenso placer de reseñar este poemario en «Alenarte Revista» (enero 2013), y no puedo por menos que estar de acuerdo con tus palabras. Y luego, algunas semanas más tarde tuve la inmensa suerte de conocerle personalmente. Si se me permite, reproduzco aquí un fragmento de aquella reseña, que -me parece- abunda en tu exposición:

    «(…) en los dos primeros versos, establece con nitidez los horizontes de su obra, una semilla que se fraguará y crecerá —hacia fuera y hacia dentro— a lo largo del poemario: “Escribo con la mano que te toca. / Disparo palabras en cascada”. Es decir, el poeta es el mismo cuando escribe y cuando ama. Y el mismo ser que ama —‘te toca’— es el mismo individuo al que la vida le obliga, no a decir —o escribir— palabras, sino a dispararlas en cascada, acaso en defensa propia, ante un mundo que agrede, humilla y confunde. Y aunque el amor tiene mucho de obra en construcción, de dudas e incomprensiones o silencios, es el amor —¿quizá la amada?— quien otorga sentido a la confusión y a la podredumbre y al hastío, en resumen, a la astenia que producen el mundo y respirarlo.»

    Hoy, contigo, puedo afirmar categóricamente que este poemario es una delicia y su difusión debería ser mucho mayor.

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