Sergi Bellver: » Agua dura».

Agua Dura, de Sergi Bellver es un excelente libro de relatos. Con un nexo común; una situación límite a la que se lleva a los personajes, y en la que el símbolo, de un modo u otro, presente o recordado, es el agua.

Digo que es un buen libro de relatos porque los textos tienen una estructura coherente, cerrada en sí misma y resultan creíbles. Por muy extraño que sea el acontecer, como por ejemplo en el que abre el libro; propiedad privada. Llamo coherencia a que en un texto lo que sucede se desprenda por así decir de los hechos del relato. Bellver sigue este modo de proceder en todos ellos, con lo que consigue verosimilitud.

Los textos plantean en general un mundo en el que habita el miedo, el desencuentro y el recuerdo. Un recuerdo que, generalmente, trae consigo un sentimiento de miedo, extrañeza o culpa. Por ejemplo en El nudo de Koen,; plantea algo muy recurrente en literatura, en este caso en la figura del hermano: la sustitución de alguien que ha muerto. El doble que restituye. Es un excelente relato, desde su inicio con la figura del agua como símbolo siniestro hasta su fin con la misma figura que, sin embargo refleja una esperanza. Un relato cerrado en sí mismo y magnífico por su sentido de la economía del lenguaje, su falta de adornos, su justeza expresiva. El último relato de la primera parte Los ojos de Sarah, retoma el tema de la justicia a través del tiempo, centrada en esta ocasión en la figura de un nazi.  Nuevamente se abre con el símbolo del agua y en esta ocasión lo cierra el símbolo del fuego. Es uno de los más largos del libro; quizá haya algún matiz de desajuste en este relato, por ejemplo en los pequeños textos que figuran ser un diario; naturalmente que la relación entre ellos y lo que va a ocurrir se hace evidente, pero quedan algunos cabos sueltos en el relato, en su final; es como si la justicia se impartiera sobre otro por no poder impartirla sobre quien se deseaba.

Los relatos que forman el segundo bloque del libro son más coyunturales, si puedo llamarlo así; más metafóricos y aludiendo a una realidad  política y económica actual; guardando las claves anteriores: relatos cerrados, ausencia de adornos, frases breves, son mucho más cortos en extensión. Yo destacaría de ellos el titulado La Manada. Sin embargo no me parece tan logrado Dimitri. Diríase que Bellver ha traspolado un sentimiento universal como es el recuerdo amoroso con su pizca de resentimiento a un paisaje “exótico”; aquí me falla no la coherencia del texto, sino el sentido. Es decir: todos los relatos del libro a mi modo de ver, van mucho más allá de la anécdota, trascienden y tocan temas que se pueden leer hoy o dentro de unos años y nos van a tocar porque obviando esa anécdota nos podemos identificar, bien, en Dimitri sí se pierde esa credibilidad del relato, se queda en lo anecdótico, no va más allá de eso.

 

La tercera serie la componen tres relatos magníficos. En la boca del otro, absolutamente simbólico, planteando el tema de la lucha por la vida y con un final sobrecogedor. En el que no sobra ni falta una palabra, probablemente uno de los mejores del libro, de un visualismo cercano a la fotografía, y que recuerda al mejor Jack London,  Mala hierba, un guiño a Kafka y su universo simbólico al que Bellver da una vuelta de tuerca hacia el cinismo del final, e Islandia. Islandia vuelve a la figura del hermano muerto, al que va el protagonista a recoger las cenizas. Esta es la anécdota. Ahora bien, Islandia es un microcosmos de recuerdo evocativo de la infancia y de la culpa. Un relato en el que se domina el “tempo” narrativo, en el que la acciones se suceden de modo tan lento como el recuerdo, en el que las evocaciones están llenas de lirismo, cosa que hoy es rara en los actuales narradores, dicho sea de paso, y en el que el lector- yo, en este caso- asiste a un proceso narrativo de altísima calidad.

 

La prosa de Sergi Bellver no es prosa hablada. Es literatura. Afortunadamente, añado y esto es opinión subjetiva mía. Quiero decir que Bellver no escribe como habla. Porque sabe que lo que ofrece es un artefacto lingüístico al que dan vida las palabras. Y porque es de la clase de escritores que respeta el lenguaje. Se adivinan muchas lecturas en él, mucha capacidad de asimilación y de poso de lo leído, mucha reflexión al escribir, mucho descartar y en suma, mucho oficio.

Lean a Bellver: Está en una línea narrativa parecida a Julia Otxoa y Eloy Tizón, y merece la pena.

Y esto que estoy haciendo probablemente no sea ni una reseña ni una crítica literaria, sino algo que se me ocurre a mí, ya ven ustedes por donde, y que me meto a escribir lo que opino, como si el hecho de leer cien libros al año y ser periodista me diera derecho a decir algo; vaya por diox.

Acerca de alenar

Alena Collar. Periodista. Escritora. Madrileña.
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Una respuesta a Sergi Bellver: » Agua dura».

  1. Elysa dijo:

    No sé si te da derecho o no, pero en mi caso me ayudas a descubrir un título y a un autor que voy a intentar leer.

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