Mis huesos y Jean Sibelius.

Anda una dispersa y para ser exactos atontada.

Y ustedes disculpen el señalar.

Como me señalo a mí, nadie se ofenda.

Pues verán, que hoy va de cosa personal, o sea, el que busque cosa seria, literaria o peripuesta puede dejar de leer.

Resulta que llueve. Llueve mucho, en plan ahora os vais a enterar. A mí me gusta muchísimo la lluvia, y me gusta pisar charquitos, pero sucede que cuando se pone así el tiempo se me alborotan los huesos y me duelen, y claro, como para que no me duelan tanto me tomo esas cosas habituales de ibuprofeno y similares pues me quedo podríamos decir un poco más pallá que pacá.

Y en esas estoy.

Mientras eso ocurre, me he tumbado en la cama y he topado con Sibelius, y mientras lo escuchaba andaba pensando la paradoja de que anduviera yo escuchando su Cabalgata mientras a mí lo que se me encabalgan son las articulaciones…

Pero Sibelius me gusta mucho, su música siempre me ha parecido que tiene como un acorde de misterio, de lugares lejanos, y a la vez de intimidad; con él me da la impresión de alguien que viniera a contarme cuentos de lugares legendarios, donde todo es posible. Ya sé que esto no tiene nada que ver con técnicas musicales; es sólo la sensación de quien escucha. Me da la sensación de intimidad y frescura, como si fuera un arroyo en el amanecer y fueran a transparentarse los elfos…

Algo así pensaba mientras en la cama me acompañaba su música.

Y parecía que me dolían menos los huesos…