Susana Camps: cartografiando lo posible.

El libro que acaba de publicar Susana Camps, Viaje imaginario al archipiélago de las Extinta,-Talentura Libros– comprende una serie de relatos unidos por un tema común; la revelación de territorios marcados por la no datación de ellos.

Dicho así, yo no me estoy explicando mucho. Veamos, lo que hace Susana Camps es un viaje a la imaginación. Y dentro de ella a territorios o bien mixtificados- vidas que pudieron ser, tierras que pudieron existir- o bien metafóricos- sentimientos y actitudes insólitas o discomunes-, o bien perturbadores- miedos y tabúes- o, finalmente, futuribles.

Vemos así pasar en las cuatro partes en las que se divide el libro el pasado, el presente, lo posible y el futuro en este viaje imaginario a un archipiélago situado más allá de la cartografía; un archipiélago conformado por la escritura fuera de la tinta, es decir, no escrito aún, y además con doble juego semántico, a extinguir. Naturalmente a extinguir si no hay quien lo cartografíe. Pero el lector tiene suerte porque Susana Camps lo ha hecho: a la manera de los geógrafos medievales ha ido dibujando uno a uno los territorios, empezando por los que pudieron existir, y recordando en su primer viaje a Borges y sus libros imaginarios y al mejor Stevenson en sus mares insólitos. Después Camps  se nos adentra en los mapas literarios y con bisturí y escalpelo, pero también con aguja-de marear, que es término marinero-, disecciona vidas imposibles ( ved por ejemplo, romance fronterizo, pelea en el mesón o la muerte dormida), que , a partir de ahora dataremos en mapa. En Mensajes hallados en una botella, el tercer bloque, la autora vivisecciona el corazón: haciendo latir el recuerdo- en Ausencia-, la muerte-en Hacerse hombre-, la ironía de los deseos olvidados- en En busca del tiempo perdido-, para finalizar con el dibujo de lo que nos espera en Retorno por la Ruta Astral: el último conjunto de relatos, de estilo futurista con reminiscencias de Asimov o Salinger.

 

A mí me ha parecido un libro excelente, de finísimo humorismo ( el relato sincronización de las especies, o el titulado Fenomenal son de carcajada continua), también con un punto de acidez que nunca llega a amargor, de estilo elaborado, lenguaje brillante- no sobra nada y no hay adornos que estorben- y un punto de distanciamiento sutil de lo que se cuenta, sin ser indiferencia ante ello: el necesario para no subjetivizar los relatos.

Un libro elegante, sobrio y de oficio escritural. Naturalmente que lo recomiendo.